¿El matrimonio como negocio? Opinión invitada en el periódico mural

El sugerente título de este artículo nos obliga a meditar si cuando pensamos en contraer matrimonio estamos conscientes que de alguna manera estamos iniciando un negocio. Un negocio en todo el sentido patrimonial y económico de la palabra.

Damos por descartado que quien decide unir su vida a otra persona y formar una familia es porque está enamorado (a). Cualquier otra razón que se aparte del amor debería considerar con mayor detenimiento nuestros comentarios aquí vertidos.

Cualquier persona que inicia un negocio investiga cuánta inversión requerirá, la situación del mercado, las necesidades del consumidor, la competencia que le representan otros proveedores de bienes o servicios similares, los requerimientos gubernamentales para el funcionamiento del giro, entre otros factores indispensables de conocer antes de embarcarse en una aventura empresarial.

Pero, pregunto, ¿cuántos de nosotros investigamos a profundidad a nuestra futura pareja? ¿Cuántos de nosotros conocemos a fondo sus costumbres, sus defectos, sus vicios, su educación y cultura, sus costumbres familiares, sus prácticas o creencias religiosas, su estado actual de salud, enfermedades hereditarias, convicciones respecto al matrimonio, etcétera?

A veces a ciegas e influenciados por el enamoramiento (que no amor profundo) nos unimos en matrimonio con una persona de dudosa calidad moral, que no tendría escrúpulo alguno para dejarnos en la calle y sumidos en la miseria económica.

¿Cuántos de nosotros conocemos la diferencia entre los diversos regímenes patrimoniales del matrimonio que rigen en Jalisco? ¿Conocemos los beneficios o perjuicios de la sociedad legal; ¿sociedad conyugal o separación de bienes? Se ha puesto de moda que los contrayentes se casan bajo el régimen de separación de bienes, en donde será dueño exclusivo el cónyuge que registre a su nombre los bienes adquiridos dentro del matrimonio. En la mayoría de los casos el hombre es quien maneja la economía del hogar y principalmente los negocios productivos y la mujer es quien se dedica al cuidado del hogar y de los hijos, por lo que escasa o nula es su participación activa en el manejo de cuentas bancarias, inversiones, títulos de propiedad de los bienes adquiridos, facturas de los autos que posee la familia, etcétera.

¿Y qué sucede cuando el matrimonio termina por muerte o por divorcio? De pronto la viuda o la mujer que se encuentra en proceso de divorcio, se da cuenta que no conoce los detalles de los negocios del marido y es víctima o de vivales que aparecen como dueños de los bienes adquiridos y que por alguna razón no fueron escriturados a nombre del adquirente o, es víctima del abuso y costumbres fraudulentas del marido, que para eludir su obligación legal y moral de rendirle cuentas a su esposa y repartirle lo que le debe corresponder al liquidar la relación matrimonial, ha puesto los bienes adquiridos durante el matrimonio a nombre de empresas, de los padres del marido, de socios o amigos que se prestan para esa simulación. 

 Con tristeza y desesperación, la viuda o la esposa en proceso de divorcio se dan cuenta que no tienen nada de recursos económicos para enfrentar su futuro, la educación y el futuro de sus hijos y, sobre todo, para enfrentar la vejez.

Es aconsejable siempre estar bien asesorado acerca de los derechos que se adquieren en virtud del matrimonio, con independencia del régimen económico adoptado. 

* El autor es doctor en Derecho.

*Artículo extraído del Periódico Mural, Fecha: 23/11/17, Sección: Negocios

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